Ingredientes
– 25 gramos de levadura o 1 sobrecito de la seca, 300/350 ml de agua tibia, 1 cucharadita de azúcar, ½ kilo de harina 000, 2 cucharaditas de sal fina, 1 cucharada de aceite de oliva.
Preparación
– Poner la mitad del agua tibia con la levadura en un bol, con la cucharadita de azúcar y esperar hasta que fermente, aumentando considerablemente de volumen y muy espumosa. Si tiene una pequeña amasadora familiar (o si no hágalo a mano) ponga el resto de la harina con la sal, mezcle, añada la cucharada de aceite de oliva y el agua restante.
Empiece a amasar y vierta poco a poco la levadura. Regular con un poco más de agua o harina el final del empaste que debe resultar liso, sedoso y consistente. Pasar la masa en un bol untado con aceite y untar, siempre con aceite de oliva, la misma masa. Cubrir con un paño húmedo y dejar descansar hasta dos horas en un lugar templado de la cocina, para que la masa adquiera el doble de volumen.
A este punto sacar la masa de su recipiente, enharinar y cortar con un cuchillo en diez trocitos o mejor intentando que tengan un peso de unos 30 gramos cada uno, a los cuales se le dará forma de bolita con las palmas de las manos, siempre ayudándose con un espolvoreado de harina. Colocar de nuevo los bollitos enharinados en una bandeja y dejar levar otro 30 minutos, siempre en un lugar templado, cubierta de un paño de cocina o película plástica. Preparar en tanto la lata donde se va hornear y espolvorearla con harina.
Aplastar con un palote cada bollito de masa hasta un espesor de medio centímetro y colocarlos en la lata; la cantidad de panes que se pueden disponerse sobre su superficie depende del tamaño que adquieren los bollitos extendidos y el de la placa misma. Espere que leven al doble de su volumen. Hornear a 250 ºC más o menos seis minutos, apenas y cuando quieren comenzar a dorarse. A este punto sacar la placa del horno.
Es decir las fugaza cocidas deben resultar completamente blancas de ambos lados, infladas y al cortarlas tiene que constatarse la ausencia de miga. Déjelas enfriar y consérvelas en bolsa hermética en heladera o freezer.
Hay algunos que aconsejan envasarlas inmediatamente cuando están calientes, en bolsa plástica, de esta manera el vapor que despiden todavía de la cocción, condensándose, mantendrá la necesaria humedad para hacerlas volver otra vez frescas solamente con un golpe de calor en horno o sobre tostador.
Pero aprovechar este pan recién salido del horno es la manera más feliz de saborearlo, especialmente si no tiene ciertas prohibiciones propias de la religión islámica y lo rellena con una buena y perfumada feta de mortadela de Bologna.
Fuente: Las recetas árabes de Pasqualino