martes, 2 de abril de 2013

#MalvinasArgentinas De Bolívar a las Malvinas #Especial parte 1

Fragmento del libro


“Historia de la Nación Latinoamericana

Jorge Abelardo Ramos

----parte 1

La guerra de las Malvinas replanteó con el lenguaje de las armas, última ratio de la historia, la exigencia de consumar la unidad política económica y militar de la Patria Grande.

Debemos concluir de una vez con la intolerable ironía de que la América Criolla sea una Nación en todos los aspectos, menos en aquéllos que resultan decisivos para defender su dignidad, el nivel de vida de sus hijos y su gravitación cultural en el mundo.

#MalvinasArgentinas 2 de Abril, Día del Veterano y de los Caídos en la guerra  de Malvinas. #PatriaGrandeConMalvinas 



1. Bolívar y el movimiento de las nacionalidades en el Siglo XIX

Ni Bolívar ni San Martín combatieron pura y simplemente por la independencia de las colonias españolas en América.

Por el contrario, ambos capitanes se esforzaron por todos los medios en mantener unidas las provincias americanas del Imperio a su centro metropolitano español.

Tal es el significado de las conversaciones de San Martín con el Virrey La Serna en Pinchauca.
En Colombia, Bolívar meditaba lo mismo que San Martín.
De allí nació su proyecto de una Confederación entre América y España. Sería un Imperio "compuesto de Repúblicas perfectamente independientes, reunidas para su felicidad bajo el dominio de una Monarquía constitucional".
  
Pero las Cortes liberales de 1820, que ni siquiera querían admitir la igualdad de las provincias americanas con las de España, rechazaron el proyecto.

Eran la expresión de la raquítica burguesía española, incapaz de realizar su revolución democrática y que capitula una y otra vez ante el absolutismo.

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La independencia fue irremediable y, a la vez, trágica.
Pues la independencia de España nos costó la "fragmentación" en 20 repúblicas impotentes y la subordinación a los nacientes imperios anglosajones.

¿Cuál era, en consecuencia, la esencia del pensamiento político de Bolívar?
Crear una Nación americana.
Si era posible, proteger su crecimiento y fortalecer su débil estructura bajo el manto protector del viejo Imperio Español, con la garantía del carácter constitucional de su centro monárquico.

La explicación es muy simple.

Tanto Bolívar como San Martín, O'Higgins, Alvear y muchos otros soldados de las guerras contra España habían sido oficiales del Rey en la metrópoli.
Eran hijos de una época dominada por dos grandes temas: la revolución francesa, con sus Derechos del Hombre y del Ciudadano y las campañas napoleónicas, que contribuyeron a la constitución de nuevos Estados Nacionales.

El Siglo XIX ha sido llamado, justamente, el siglo del movimiento de las nacionalidades.

Pero la formación de los Estados Nacionales unificados en Europa, que serían formidables palancas para su progreso, encontró insuperables obstáculos en la América Criolla.

No sólo se oponen a la unidad nacional de América Latina las potencias anglosajonas, cuya divisa, tomada de los romanos, sería divide et impera, sino que las oligarquías portuarias y los grandes hacendados fortalecidos después de las guerras contra España, habrían de confiscar el poder.

Las clases dominantes criollas se aliaron al poder imperialista extranjero.
Despojaron al pueblo de América Latina de dos valores esenciales: a) la democracia política y económica, y b) el acceso a la civilización moderna, sólo posible por la unidad de la América Criolla en una poderosa Confederación.
Tal sería un resumen posible de la historia de América Latina.

2. Oligarquía e imitación

El triunfo del parasitismo oligárquico, que requiere para continuar en el poder la fragmentación de la Nación Latinoamericana, se revela esencial al dominio imperialista, lo mismo que la formación de un sistema de partidos políticos domados, una "inteligencia" colonizada y un aparato cultural que, en el caso de la Argentina, adquiere una fuerza semejante al de un ejército de ocupación.

Tales apoyos del poder imperial, que hablan generalmente nuestro mismo idioma, constituyen una pieza clave de la aludida dominación extranjera.

El Gobernador Roberts decía en 1842, en la India conquistada por Gran Bretaña, palabras de una claridad penetrante: "Es una terrible experiencia gobernar sin la ayuda de intermediarios de extracción nativa".

  
La división de América Latina desencadenó un proceso contradictorio: los centros mundiales de poder se enriquecían mientras las nuevas Repúblicas se empobrecían.

El imperialismo saquea América Latina y realiza su acumulación, es decir, la realiza a costa de nuestra impotencia y atraso.

Las clases nativas mencionadas se forman culturalmente en la veneración de las instituciones europeas, sus modas, sus libros, sus ideas y Constituciones, sus vinos y trajes, mujeres y vicios.
Toda una literatura a principios de siglo va a dar testimonio deplorable de la anglomanía o francomanía lugareñas.

  
Cada país latinoamericano se incomunica entre sí y estrecha sus lazos con un poder imperial.

Las provincias se llaman ahora naciones, pero en realidad son semi-colonias apenas disfrazadas por los símbolos externos de un país soberano: escudos, banderas, monedas, Constituciones, Códigos Civiles, instituciones parlamentarias, aduanas cerradas para sus vecinos y abiertas para los imperios, etc. 

Todo se vuelve estéril o imitativo. Las burguesías comerciales se reparten, junto al capital extranjero depredador, la riqueza nacional. 
  
Una parte de la inteligencia literaria, profesional o técnica de la América Latina no cesa de imitar o de adorar cuanto producto proviene de Europa, cuando no va a Europa a arrodillarse ante él.
Como el orangután que imaginaba Blanco Fombona y que al imitar a su amo mientras se afeitaba, terminó por degollarse con su navaja, ante el espejo.

Así esa inteligencia en la Argentina, en las palabras de Borges, expresará: "soy un europeo en el destierro".

La escritora oligárquica Silvina Bullrich escribiría: "Mi hogar está en París y mi oficina en Buenos Aires".
Julio Cortázar afirma que se fue de la Argentina hace 30 años porque "los altoparlantes con los bombos peronistas le impedían escuchar los Cuartetos de Bela Bartok" y que "prefería ser nada en la ciudad que lo es todo a ser todo en la ciudad que no es nada".

Que unos sean de derecha o de izquierda, poco importaba en la factoría pampeana hechizada por la Inglaterra victoriana.

Estos intelectuales y partidos "demo-liberales", hace 40 años apoyaban jubilosamente a las democracias coloniales en guerra con las potencias europeas totalitarias. 

Son los mismos que hoy consideran la guerra de las Malvinas como una aventura irresponsable.

En 1941 pugnaban por el ingreso de la Argentina a la guerra imperialista a fin de defender a Inglaterra.
Ahora rechazan la guerra argentina contra Inglaterra.
El orangután sigue frente al espejo.

Muchas colonias terminan por independizarse políticamente de las metrópolis y adquieren la ficción de un "status" jurídico de soberanía formal.

Entonces, el imperialismo mundial, en particular en los últimos veinte años, enlaza a las antiguas colonias con las cadenas del endeudamiento financiero y vuelve a someterlas mediante el poder extorsivo de la deuda externa.

Es interesante a este respecto citar nuevamente al patriota Nehru, que escribió las siguientes reflexiones, detenido en una prisión de su propio país, la India, por orden del "gran demócrata" Churchill, mientras Inglaterra luchaba por la "democracia" mundial en 1944:
"Para los ingleses la India era una finca muy vasta que pertenecía a la Compañía de las Indias Orientales y el propietario era el representante mejor y más natural de su finca y de sus arrendatarios. Ese criterio se mantuvo incluso después de que la Compañía de las Indias entregara su finca de la India a la Corona Británica, con una muy lucida compensación a costa nuestra. Así comenzó la deuda pública de nuestro país. Era el precio de compra de la India pagado por la India." 

Así fue como en 1902, Venezuela fue amenazada en sus costas por una flota inglesa y otra alemana, enviadas por los acreedores europeos.

Fue en esa ocasión que el General Roca, Presidente de la Argentina, por medio de su canciller, formuló la Doctrina Drago, que condenaba en América el cobro compulsivo de la deuda externa.
Era un fugaz relámpago del pensamiento bolivariano, sometido a prolongados eclipses.
El Atlántico Sur ahora lo convoca con inmensa fuerza en los días que corren.

3. Breve historia de piratas

En 1806 desembarcaron en las proximidades de Buenos Aires 7.000 soldados británicos.
Venían al mando del General Beresford.
Ocuparon a una Buenos Aires aldeana con toda facilidad. Beresford se instaló en el Fuerte (actual Casa de Gobierno en la Plaza de Mayo) y comenzó a estrechar lazos con algunas familias de la "gente decente".

Sigue en parte 2