Fragmento del libro
“Historia de la Nación Latinoamericana ”
Jorge Abelardo Ramos
La guerra de las Malvinas replanteó con el lenguaje de las
armas, última ratio de la historia, la exigencia de consumar la unidad política
económica y militar de la
Patria Grande.
Debemos concluir de una vez con la intolerable ironía de
que la América Criolla
sea una Nación en todos los aspectos, menos en aquéllos que resultan decisivos
para defender su dignidad, el nivel de vida de sus hijos y su gravitación
cultural en el mundo.
#MalvinasArgentinas 2 de Abril, Día del Veterano y de los Caídos en la guerra de Malvinas. #PatriaGrandeConMalvinas
1. Bolívar y el
movimiento de las nacionalidades en el Siglo XIX
Ni Bolívar ni San Martín combatieron pura y simplemente por
la independencia de las colonias españolas en América.
Por el contrario, ambos capitanes se esforzaron por todos
los medios en mantener unidas las provincias americanas del Imperio a su centro
metropolitano español.
Tal es el significado de las conversaciones de San Martín
con el Virrey La Serna
en Pinchauca.
En Colombia, Bolívar meditaba lo mismo que San Martín.
De allí nació su proyecto de una Confederación entre
América y España. Sería un Imperio "compuesto
de Repúblicas perfectamente independientes, reunidas para su felicidad bajo el
dominio de una Monarquía constitucional".
Pero las Cortes liberales de 1820, que ni siquiera querían
admitir la igualdad de las provincias americanas con las de España, rechazaron
el proyecto.
Eran la expresión de la raquítica burguesía española,
incapaz de realizar su revolución democrática y que capitula una y otra vez
ante el absolutismo.
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La independencia fue irremediable y, a la vez, trágica.
Pues la independencia de España nos costó la "fragmentación" en 20 repúblicas
impotentes y la subordinación a los nacientes imperios anglosajones.
¿Cuál era, en consecuencia, la esencia del pensamiento
político de Bolívar?
Crear una Nación americana.
Si era posible, proteger su crecimiento y fortalecer su
débil estructura bajo el manto protector del viejo Imperio Español, con la
garantía del carácter constitucional de su centro monárquico.
La explicación es muy
simple.
Tanto Bolívar como San Martín, O'Higgins, Alvear y muchos
otros soldados de las guerras contra España habían sido oficiales del Rey en la
metrópoli.
Eran hijos de una época dominada por dos grandes temas: la
revolución francesa, con sus Derechos del Hombre y del Ciudadano y las campañas
napoleónicas, que contribuyeron a la constitución de nuevos Estados Nacionales.
El Siglo XIX ha sido llamado, justamente, el siglo del
movimiento de las nacionalidades.
Pero la formación de los Estados Nacionales unificados en
Europa, que serían formidables palancas para su progreso, encontró insuperables
obstáculos en la
América Criolla.
No sólo se oponen a la unidad nacional de América Latina
las potencias anglosajonas, cuya divisa, tomada de los romanos, sería divide et
impera, sino que las oligarquías portuarias y los grandes hacendados
fortalecidos después de las guerras contra España, habrían de confiscar el
poder.
Las clases dominantes criollas se aliaron al poder
imperialista extranjero.
Despojaron al pueblo de América Latina de dos valores
esenciales: a) la democracia política y económica, y b) el acceso a la
civilización moderna, sólo posible por la unidad de la América Criolla en
una poderosa Confederación.
Tal sería un resumen posible de la historia de América
Latina.
2. Oligarquía e
imitación
El triunfo del parasitismo oligárquico, que requiere para
continuar en el poder la fragmentación de la Nación Latinoamericana ,
se revela esencial al dominio imperialista, lo mismo que la formación de un
sistema de partidos políticos domados, una "inteligencia" colonizada y un aparato cultural que, en el caso
de la Argentina ,
adquiere una fuerza semejante al de un ejército de ocupación.
Tales apoyos del poder imperial, que hablan generalmente
nuestro mismo idioma, constituyen una pieza clave de la aludida dominación
extranjera.
El Gobernador Roberts decía en 1842, en la India conquistada por Gran
Bretaña, palabras de una claridad penetrante: "Es una terrible experiencia gobernar sin la ayuda de
intermediarios de extracción nativa".
La división de América Latina desencadenó un proceso
contradictorio: los centros mundiales de poder se enriquecían mientras las
nuevas Repúblicas se empobrecían.
El imperialismo saquea América Latina y realiza su
acumulación, es decir, la realiza a costa de nuestra impotencia y atraso.
Las clases nativas mencionadas se forman culturalmente en
la veneración de las instituciones europeas, sus modas, sus libros, sus ideas y
Constituciones, sus vinos y trajes, mujeres y vicios.
Toda una literatura a principios de siglo va a dar
testimonio deplorable de la anglomanía o francomanía lugareñas.
Cada país latinoamericano se incomunica entre sí y estrecha
sus lazos con un poder imperial.
Las provincias se llaman ahora naciones, pero en realidad
son semi-colonias apenas disfrazadas por los símbolos externos de un país
soberano: escudos, banderas, monedas, Constituciones, Códigos Civiles,
instituciones parlamentarias, aduanas cerradas para sus vecinos y abiertas para
los imperios, etc.
Todo se vuelve estéril o imitativo. Las burguesías
comerciales se reparten, junto al capital extranjero depredador, la riqueza
nacional.
Una parte de la inteligencia literaria, profesional o
técnica de la América
Latina no cesa de imitar o de adorar cuanto producto proviene
de Europa, cuando no va a Europa a arrodillarse ante él.
Como el orangután que imaginaba Blanco Fombona y que al
imitar a su amo mientras se afeitaba, terminó por degollarse con su navaja, ante
el espejo.
Así esa inteligencia en la Argentina , en las
palabras de Borges, expresará: "soy
un europeo en el destierro".
La escritora oligárquica Silvina Bullrich escribiría: "Mi hogar está en París y mi oficina
en Buenos Aires".
Julio Cortázar afirma que se fue de la Argentina hace 30 años
porque "los altoparlantes con los
bombos peronistas le impedían escuchar los Cuartetos de Bela Bartok" y
que "prefería ser nada en la ciudad
que lo es todo a ser todo en la ciudad que no es nada".
Que unos sean de derecha o de izquierda, poco importaba en
la factoría pampeana hechizada por la Inglaterra victoriana.
Estos intelectuales y partidos "demo-liberales", hace 40 años apoyaban jubilosamente a las
democracias coloniales en guerra con las potencias europeas totalitarias.
Son los mismos que hoy consideran la guerra de las Malvinas
como una aventura irresponsable.
En 1941 pugnaban por el ingreso de la Argentina a la guerra
imperialista a fin de defender a Inglaterra.
Ahora rechazan la guerra argentina contra Inglaterra.
El orangután sigue frente al espejo.
Muchas colonias terminan por independizarse políticamente
de las metrópolis y adquieren la ficción de un "status" jurídico de soberanía formal.
Entonces, el imperialismo mundial, en particular en los
últimos veinte años, enlaza a las antiguas colonias con las cadenas del endeudamiento
financiero y vuelve a someterlas mediante el poder extorsivo de la deuda
externa.
Es interesante a este
respecto citar nuevamente al patriota
Nehru, que escribió las siguientes reflexiones, detenido en una prisión de su
propio país, la India ,
por orden del "gran demócrata"
Churchill, mientras Inglaterra luchaba por la "democracia" mundial en 1944:
"Para los ingleses la India era una finca muy vasta que pertenecía a la Compañía de las Indias
Orientales y el propietario era el representante mejor y más natural de su
finca y de sus arrendatarios. Ese criterio se mantuvo incluso después de que la Compañía de las Indias
entregara su finca de la India
a la Corona Británica ,
con una muy lucida compensación a costa nuestra. Así comenzó la deuda pública
de nuestro país. Era el precio de compra de la India pagado por la India. "
Así fue como en 1902, Venezuela fue amenazada en sus costas
por una flota inglesa y otra alemana, enviadas por los acreedores europeos.
Fue en esa ocasión que el General Roca, Presidente de la Argentina , por medio de
su canciller, formuló la
Doctrina Drago , que condenaba en América el cobro compulsivo
de la deuda externa.
Era un fugaz relámpago
del pensamiento bolivariano, sometido a prolongados eclipses.
El Atlántico Sur ahora
lo convoca con inmensa fuerza en los días que corren.
3. Breve historia de
piratas
En 1806 desembarcaron en las proximidades de Buenos Aires
7.000 soldados británicos.
Venían al mando del General Beresford.
Ocuparon a una Buenos
Aires aldeana con toda facilidad. Beresford se instaló en el Fuerte (actual
Casa de Gobierno en la Plaza
de Mayo) y comenzó a estrechar lazos con algunas familias de la "gente decente".
Sigue en parte 2