Lenguaje sexista, desigualdad de género
Lenguaje sexista son los rasgos
relacionados con los prejuicios culturales de género, esto es, derivados
del machismo, de la misoginia, de la misandria, o de un real o aparente desprecio a
los valores femeninos.
El lenguaje sexista se refiere a
la discriminación de personas,
que se manifiesta en el lenguaje, de un sexo por considerarlo inferior a otro.
Ésto se da en dos sentidos: por un lado, en lo que concierne a la identidad sexual de quien habla y por otro en lo
que se refiere al tratamiento discriminatorio que sufren las mujeres en el
discurso ya sea por el término utilizado o por la manera de construir la frase.
En idiomas como el español el género gramatical tiene por forma
no marcada el masculino de los sustantivos y adjetivos, de forma que pasa a ser
el género masculino el inclusivo o incluyente frente al femenino marcado, que
pasa a ser el género exclusivo o excluyente: "Los alumnos de esta
clase" incluye a hombres y mujeres, pero "las alumnas de esta clase"
excluye a los varones.
Por otra parte el femenino suele tener
connotaciones semánticas despectivas en español (oposición zorro / zorra; hombre
público / mujer pública; ser un gallo / ser una gallina) o de
cosificación y pasividad (impresor / impresora). Estas
diferencias se perciben también a nivel léxico (algo es "cojonudo" si
es bueno, un "coñazo" si es malo, o en algunos países de
Latinoamérica guevón, sinónimo de torpeza y cuquito, sinónimo de tierno) y existe
tendencia a identificar lo masculino con manifestaciones de voluntad o de violencia. Si los hombres ocupan una posición de
autoridad, se les nombra con el apellido, pero a las mujeres se prefiere
tratarlas con el nombre de pila.
El sexismo en la denominación de
títulos oficiales, profesiones, cargos u oficios, se puede corregir a través de
diversos procesos de Feminización. Uno de estos procesos es el
legislativo. A título de ejemplo, en España se dictó la Orden Ministerial de 22
de marzo de 1995, por la que se adecua la denominación de títulos académicos
oficiales a la condición femenina o masculina de quienes los obtengan.
Tradicionalmente el lenguaje ha
reflejado como un espejo los prejuicios cognitivos de la cosmovisión asumida por una sociedad,
ayudando a instaurarlos y perpetuarlos. Lo más corriente entre las culturas
hispánicas es la minusvaloración de la mujer. El Refranero, por ejemplo, es un amplio repertorio
de reflexiones misóginas que se han perpetuado por la vía del pareado gnómico:
"La mujer, la pierna quebrada y en casa"; "llantos no se han de
creer / de viejo, niño y mujer"; "Llora como mujer, lo que no has
defendido como hombre".
Formas de evitar el lenguaje
sexista
La corriente que sostiene que el
lenguaje sexista abusa del masculino genérico, considera que se puede evitar
esto usando las siguientes fórmulas:
·
Nombres colectivos (profesorado, en vez de los profesores, alumnado,en
vez de alumnos...)
·
Perífrasis (la persona interesada, en vez del interesado)
·
Construcciones metonímicas (la juventud, en vez de los jóvenes)
·
Desdoblamientos (Señores y señoras, niños y niñas)
·
Uso de barras (Sr/a)
·
Omisión de determinantes o empleo de determinantes sin marca de género
(cada contribuyente en lugar de los contribuyentes)
·
Uso de formas personales genéricas o formas no personales de los verbos
("es preciso atender más" por "es preciso que el alumno atienda
más").
"El Índice de Desigualdad de Género (IDG) refleja la
desventaja de las mujeres en tres dimensiones, a saber, salud reproductiva,
empoderamiento y mercado laboral, para tantos países como datos de calidad
razonable se dispongan. El índice muestra la pérdida de desarrollo humano
causada por la desigual existente entre los logros de mujeres y varones en
estas dimensiones".
Observamos como la sociedad actual
tiende a rechazar o desconfiar del feminismo actual por considerarlo radical,
sin embargo reconoce la existencia de la desigualdad. ¿Cómo puede ocurrir esto?
Porque los hechos y estadísticas se presentan como evidentes y unívocos (que no
lo son), luego no pueden ser negados; pero la teoría que explica por qué se
re/produce la desigualdad o brecha de género se les escapa, por abstracta,
porque el neoliberalismo y la postmodernidad nos venden una libertad real que
nos hacen creer que somos quienes queremos ser, que todas nuestras
decisiones son actos libres y voluntarios, que nuestra existencia no depende
nada más que de nosotrxs, cada unx, libre, que...; pues no. Somos, todxs, mucho
más tontxs y menos libres de lo que creemos ser, mucho, todxs, y quien escribe
primero.
Lo importante no es la libertad,
concepto perverso que se impone emocionalmente sobre todo nuestro juicio; no,
lo importante es la dignidad, y el reconocimiento. No es posible ser libre sin
un pacto de defina la libertad; pero no puede firmarse ningún pacto sin
dignidad ni reconocimiento. Luego, ¡no te dejes engañar por el espejismo de la
igualdad! Es sólo una falsa libertad mal entendida, pues sin dignidad, sin
reconocimiento... NO PUEDE HABER LIBERTAD.
(Gracias a cenicientas30tv.blogspot.com.es )