lunes, 24 de junio de 2013

Plan de Operaciones 2.0



La perspectiva histórica

La Patria Grande continúa atravesando su disyuntiva fundacional: liberación o dependencia.

Las raíces de nuestro atraso se hunden en los terrenos de las disputas internas que persiguen nuestro destino desde los orígenes, y se nutren en nuestra incapacidad de trascender esas divergencias a pesar de disponer de las herramientas técnicas que otras regiones han incorporado con éxito.

El sueño de consolidar una gran Nación libre y próspera se ha enfrentado a través de la historia con las apetencias de los imperios de turno, y en ese enfrentamiento esa ilusión ha tenido derrotas y victorias alternadas.

Nos han vencido sus fusiles y cañones pero sobre todo la maliciosa astucia con que lograron desmembrarnos, sembrar guerras intestinas y falaces divisiones fronterizas.

Nuestras cegueras y traiciones siempre acompañaron nuestras derrotas.

Nuestras victorias se obtuvieron de la mano de la valentía y la fuerza de los ideales, empuñando la razón como estandarte, casi siempre el triunfo de alguno de nuestros pueblos ha sido celebrado por los pueblos hermanos, especialmente entre los sectores mas desposeídos.

Nos unen el idioma y las costumbres pero sobre todo una cosmovisión humanista de respeto a la vida, la tierra y la naturaleza que llega desde el fondo de los tiempos, heredada de nuestros habitantes originarios, una manera criolla de mirar el mundo y a nuestros semejantes.

Esta visión ha sido faro del mundo cada vez que destelló en el pensamiento de nuestros ciudadanos más preclaros como Martí, como Bolívar, como Moreno, como Sandino, San Martín, Perón y el Che.

Olas de inmigrantes de todos los puntos cardinales poblaron también estas, pampas, cordilleras y selvas y nos dieron su acento y sus saberes hacendosos, nutrieron necesidades y dejaron su semilla, a veces en forma pacífica otras de modo poco feliz.

Esta aluvional mixtura racial y cultural expresa, gracias y pese a todo, lo que somos, pero mas aún lo que podemos llegar a ser.

La Patria Grande sigue siendo la región más desigual del planeta, nuestros inmensos recursos naturales continúan desangrándose a través de nuestros puertos a cambio de papeles que ni siquiera salen de nuestras propias imprentas.

Regalamos lo que de verdad vale y recibimos a cambio los símbolos de los que nos dominan como espuria moneda de intercambio. Este proceso cuenta con la complicidad interesada de los sectores internos del privilegio y de la entrega sin distinción del país que se trate.

Las desigualdades sociales, las discriminaciones, los abusos de los poderes económicos, financieros y mediáticos persisten y más aún se profundizan y extienden a lo largo y ancho del orbe. Nuestra patria no es ajena a estos agravios.

Medios tradicionales Internet y sometimiento.

La palabra en sus comienzos. Los medios impresos y audiovisuales mas tarde, han sido útiles a la distribución del conocimiento y a la circulación de ideas, pero han evolucionado sometidos a los procesos de concentración económica que las políticas imperiales potencian y protegen, convirtiéndolos en cómplices de la aplicación de sus políticas, en la fijación de agendas favorables a los intereses concentrados, casi siempre en sintonía con los intereses de los imperios de los que son tributarios.

El nacimiento de Internet y las redes virtuales ha representado una oportunidad en sus comienzos, una barrera a la imposición del sentido común de los medios hegemónicos.

Internet se erigió como metáfora de la libre circulación de ideas, de la colaboración desinteresada, una apología de lo mejor del ser humano trabajando por el bien común.

Sin embargo las redes también se han concentrado, no tan sólo desde la tecnología y los contenidos sino desde el control de los esquemas de relación, la proximidad y facilidad o no de los vínculos. Sus insumos ya no son el repositorio de inmensos contenidos sino la estrategia y formatos para acceder a ellos.

Hoy un algoritmo de búsqueda puede ser un puente o un arma de destrucción masiva de información y de relaciones. Quien controla la forma en que encontramos la información relevante, controla nuestros negocios, nuestra educación, nuestras opiniones y por ende nuestra vida.

Así como la prensa militante del poder económico concentrado invisibiliza las tropelías de sus líderes serviles, así los buscadores pueden hacer inaccesible o al menos arduo el acceso a la información que nos conduce a la verdad que nos hace libres.

También las redes sociales pueden de hecho imposibilitar los vínculos que nos ilustran acerca de las estrategias para liberarnos definitivamente de los intereses ocultos que representan.

Las redes sociales mas difundidas tratan con ánimo desparejo la exaltación de genocidas funcionales al imperio y las nobles expresiones de los activistas de la genuina libertad, inevitablemente a favor de lo primero y en desmedro de los últimos, aun cuando esas apologías exceden los límites de la legalidad y las expresiones libertarias sean simplemente entusiastas.

Las transnacionales virtuales condenan una cándida desnudez artística con más fiereza que la reivindicación de los terrorismos de estado y las permanentes violaciones al derecho internacional que los países ricos ejercen contra los pobres. Ese mensaje subyacente, a fuerza de reiterativo e impune termina forjando en las conciencias frágiles la lógica de lo natural cual si lo fuera.

Se genera así una masa anónima e indolente, nada propensa a cambiar lo establecido, cuando no guardiana acérrima de intereses que no le son propios ni amistosos, ni siquiera a ella misma.

Con esa masa conviven los ciudadanos más lucidos, no siempre su mensaje puede traspasar la coraza mental que se les impone por reiteración manipulada.

Ha dejado de ser central que un contenido sea trascendente en la medida que sea oportuno, siempre y cuando sea nuestra la plataforma que le da inmediatez. Ha dejado de ser importante la construcción de una reputación constante si se es propietario de la aplicación que construye semidioses instantáneos.

Las redes sociales son el papel prensa de la información y de los vínculos de interconexión, de sus grupos propietarios, quien domina sus restricciones y sus alcances maneja la variedad de relaciones que pueden darse entre personas libres y puede hacerlo bajo su total arbitrio, bajo

la simple constitución de sus “Términos y Condiciones” inapelables como toda imposición colonial.

Esta realidad, pese a los avances, no es propicia para romper las cadenas de la distribución injusta y dependiente de los bienes que la civilización ofrece.

Deberemos cambiarla o sucumbir a la resignación del subdesarrollo y la inequidad.

El territorio es la red, el arma la cultura.

Ha llegado la hora de asumir juntos el desafío de nuestra hora y dar las batallas necesarias con las armas adecuadas a los tiempos que corren.

El territorio es la Red , el arma la cultura, el objetivo cambiar las conciencias acerca de nuestra necesidad de ser una nación única libre pujante e igualitaria, con todas nuestras particularidades, nuestras diferencias y nuestra historia común como bandera.

El pueblo es el titular supremo y permanente de la soberanía, por ende, deben promoverse: formas de expresión directa que incluyen a las redes y los medios interactivos, sin esas formas estaremos en desventaja no sólo ante a las potencias externas sino frente a los sectores de privilegio dentro de nuestras fronteras.

Usaremos las armas del imperio en cuánto nos sean útiles pero deberemos desarrollar nuestros propios medios, nuestros algoritmos, nuestro software y nuestras redes.

Lejos de de despreciar los avances tecnológicos que son patrimonio de la humanidad entera, los reconvertiremos en aliados, pero los dotaremos de nuestra lengua, nuestra

historia, nuestro estilo y nuestros gustos, deberemos moldearlos a nuestras necesidades.

En la medida que los movimientos populares se interconecten en las redes y se apropien de su lógica, podremos potenciar nuestras acciones, sincronizarlas, acceder al verdadero poder transformador de la cultura desprovista ya de las improntas coloniales que masifican la desesperanza y la desunión.

Los mecanismos de poder formal serán de importancia relativa frente al pueblo conectado, conciente y movilizado

Popularizar las tecnologías desde la infancia, masificar los accesos en todos los ámbitos, promover el desarrollo de contenidos locales en el mismo grado que se hace accesible la cultura universal, lo mejor de otros pueblos y razas, es tan sólo un paso, importante y necesario pero no suficiente.

Necesitamos nuestras propias redes, nuestros propios sistemas operativos y lenguajes de desarrollo nuestros propios buscadores, nuestras enciclopedias, y nuestras redes sociales.

Esas plataformas y esas aplicaciones más las que nos ofrezca el progreso, deben estar al servicio de la causa popular, porque de no ser así estarán al servicio de las oligarquías y los intereses foráneos.

La red es tan horizontal como nos lo propongamos su descentralización total es el desafío, y el premio la definitiva independencia.

Mientras los portales concentradores de tráfico y contenido puedan categorizar los resultados de sus búsquedas y entregar esta prestación como producto comercial, nada les

impedirá presentarlo con criterio político sesgado a los intereses de sus accionistas o sus operadores políticos.

Para ser libres de las corporaciones, para no depender de sus sofisticados mecanismos de control tendremos que ser hábiles guerreros de la información, aguzar nuestro ingenio, arrebatarles el mapa de nuestra propia realidad cotidiana para ponerlo al servicio de nuestro bienestar, el de todos, y no le de unos pocos.

Necesitamos redes independientes, variadas, múltiples y pluralistas, la tecnología lo permite, la hora de los pueblos lo requiere.

Militemos la causa de la soberanía cultural y tecnológica, la distribución popular del conocimiento, la accesibilidad de todas y todos con la misma convicción que lo hacemos en el terreno político de la militancia tradicional.

La victoria final será posible si entendemos los desafíos que se nos presentan y los enfrentamos unidos en las redes. Seamos como cóndores altivos y leales sobrevolando las anchas geografías físicas que nos unen construyendo, una sociedad mejor en las escuelas, en las calles, en las universidades y en las fábricas pero también desde los intangibles dominios virtuales que pasarán a ser parte de nuestra conquista majestuosa de la libertad, la unión y la igualdad que soñaron nuestros próceres.

Red Popular