lunes, 17 de junio de 2013

Practicas Suicidas

Este texto, empieza, como todos en su mayoría, por una experiencia personal, pero relax, seré breve, no quiero incomodar con mi vida, prometo solo hacer referencia de manera enunciativa. Digamos que sucedió un evento reciente y aun no logro descifrar que es. Entonces que buscando entender, y por aquello de “siempre quien ve los asuntos desde afuera puede verlos de manera más objetiva”, se me ocurrió hacer una pregunta, una que luego descubriría, puede llegar a ser una práctica suicida: ¿Por qué crees tú qué…?
Si, es verdad, la construcción de la realidad es un tema complejo, lo sabemos, los filtros, las ideologías, pero sin ánimo de rebatir a Kant, siempre existe un mínimo de aprehensión sobre los sucesos, los hechos, el ámbito de lo real. Además dicha construcción suponemos ha devenido de un consenso, que, sin animo tampoco de rebatir a Foucault, ha terminado por generar un criterio medianamente igual para todos. De ahí que al ver un perro atropellado en la carretera decimos: mira un perro atropellado en la carretera, más allá de los sentimientos y/o sensaciones que nos genere.
Sin embargo ninguna teoría me había preparado para todo lo que vendría después de pronunciar esas palabras en forma de pregunta. De las múltiples respuestas recibidas, salvo honrosas y hermosas excepciones que apuntaban hacia la comprensión de mi causa, por llamarlo de alguna manera, ahora siento que conozco mas sobre quienes opinan que sobre la duda que genero la pregunta, en un primer momento asumí que es así porque todos estamos atrapados en nosotros mismos. Pero luego vi que es un poco más complejo. Pareciera que no saber no es una imposibilidad cognoscitiva, sino un estado de autocomplacencia, estamos más interesados en decir, en tener la razón, que en conocer, que en escuchar  ¿Por qué crees tú qué…? paso de ser una búsqueda de pistas sobre un suceso afectivo a un ejercicio para mi propia compresión del entorno, así fue que me adentré en el ¿Por qué crees tú qué…casi perdemos las elecciones? ¿Por qué crees tú qué…no hemos acometido contra la corrupción? ¿Por qué crees tú qué…algunas discusiones siguen sin darse? Las respuestas parecían sacadas de titulares de prensa, sonaban a guiones, no rozaban ni de cerca la posibilidad de las propias ideas del enunciante.
Ni bien has terminado de pronunciar ¿Por qué crees tú qué…? y todos parecen tener el diagnostico real del asunto, que curiosamente es la reproducción textual de alguna voz de autoridad. Casi nadie se atreve a contradecir los criterios de “los expertos”, aunque la verdad nos este estallando en la cara. Pero sucede algo aun peor que caer en este marasmo de querer tener la razón, algo peor que hablar entre iguales para no romper los círculos de seguridad, y es hablar en nombre de otros e imponer la visión “aceptada por nuestro círculo complaciente”. Hoy por ejemplo leía, con indignación como un empleador hacia un uso magistral del discurso Marxista mientras disfruta de sus vacaciones europeas pagadas con la enajenación de la fuerza de trabajo de sus empleados. Son ellos, sus empleados los legítimos enunciantes de su discurso, no él y lo digo sin la aprobación de ningún circulo autocomplaciente. Y siento que decirlo es mi obligación, porque “yo creo que” el habla debe retomar ese sentido de búsqueda y denuncia, pero sobre todo el de denotar la propia existencia.
Al parecer, en nuestro afán por decir, antes que ser, hemos dejado de vernos. Seguimos sin reparar en el “TU” de la pregunta. Esperar y ver que dice el “experto” pareciera seguir siendo la estrategia, sin advertir que al negar nuestra posibilidad de comprensión, escucha y habla nos estamos suicidando como especie.

Solo pensar salva.